Ante el inevitable incremento de elementos como tapabocas, guantes y mascarillas para evitar la propagación de la covid-19, surge la necesidad de darle un manejo y una disposición final segura.
Este tipo de residuos, que podrían llegar a ser potencialmente infecciosos, son desechados en la mayoría de los hogares colombianos junto a la basura ordinaria, situación que no solo aumenta el riesgo de contagio, sino también el impacto medioambiental.
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Una mascarilla quirúrgica puede tardar hasta 400 años en descomponerse, mientras que los guantes biodegradables 30 años, en el mejor de los casos. De ahí la importancia de hacer un uso responsable y una buena gestión.
La disposición inadecuada de elementos como tapabocas y guantes genera un gran impacto medioambiental por el tiempo en que duran en descomponerse. Foto: Pixabay.
En Colombia en la actualidad no existen datos oficiales sobre el aumento en el uso de este tipo de utensilios de bioseguridad, aunque a mediados de marzo de este año, Julio César Aldana, director del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), daba cuenta de que en el país habían 9.300.000 unidades de tapabocas en el registro sanitario.
A nivel mundial varios organismos internacionales como Greenpeace y el grupo ambientalista francés Operation Mer Propre Sea (Operación mar limpio) han encendido las alarmas sobre la deficiente gestión de estos residuos y su vertimiento en los océanos, una problemática que se suma a la ya de por sí crítica, contaminación por plásticos.
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En su último reporte, Greenpeace señaló, por ejemplo, que en el mundo están siendo utilizadas 129.000 millones de mascarillas desechables y 65.000 millones de guantes al mes, cifras que sin duda incrementan la alerta.
Por esa razón, la senadora Nadia Blel presentó un proyecto de ley que establece la gestión de desechos domésticos con riesgo biológico e infeccioso como un servicio público urgente y básico en el marco de la emergencia, además de crear una nueva categoría de residuos con el fin de que se les dé un manejo y disposición final segura.
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“Aunque la situación actual es temporal, la importancia del manejo de estos residuos es y seguirá siendo un eje central en la protección del medio ambiente en tiempos de pandemia y post pandemia, por eso es necesario contar con una reglamentación específica sobre la materia, con el fin de evitar un efecto rebote o la acumulación importante de este tipo de desechos potencialmente infecciosos”, afirmó Blel.
Según la congresista, aunque el Gobierno nacional actualmente cuenta con un protocolo para la adecuada gestión de los residuos biológicos derivados de los hospitales, no ha sido claro en establecer si deben considerarse peligrosos u ordinarios los residuos como tapabocas, guantes, medicamentos vencidos, jerngas, gasas, curas, paños húmedos, preservativos, entre otros elementos originados en los hogares.
Actualmente en las casas residuos como jeringas, gasas y medicamentos vencidos son desechados junto a la basura ordinaria. Foto: Pixabay.
«Esto genera que tales desechos contaminados se mezclen fácilmente con la basura doméstica, sin dárseles el tratamiento de residuo peligroso», dijo la senadora, quien resaltó que tampoco son recolectados por operadores especializados.
A partir de esta iniciativa se busca que el Gobierno defina aspectos como los operadores habilitados para prestar el servicio de recolección y transporte de esta clase de residuos domésticos con riesgo biológico e infeccioso, así como determine las obligaciones de los generadores, gestores y autoridades ambientales competentes. De igual manera, precise las tecnologías de desactivación, tratamiento y disposición final, así como los lineamientos de separación, manejo y recolección de estos residuos.
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La iniciativa busca, además, brindar apoyo técnico y financiero a los municipios que aún no cuenten con un Plan de Gestión Integral de Residuos Sólidos (PGIRS) actualizado o en ejecución y promover campañas masivas de educación ciudadana para fomentar la correcta disposición de residuos domésticos con riesgo infeccioso.
La senadora también radicó otro proyecto con el que se busca la creación de zonas libres de plástico en ecosistemas marinos sensibles y zonas de playa, ante el retroceso en la lucha contra la erradicación de los plásticos de un solo uso por cuenta de la pandemia.
Con esta iniciativa se busca prohibir el ingreso y uso de plásticos de un solo uso a estos lugares, así como implementar medidas para que las personas o empresas que realicen actividades comerciales, turísticas y recreativas en estas zonas, eliminen el uso de plásticos en la prestación de sus servicios.